El análisis histórico de las fortificaciones y del sistema defensivo como tal, obligan a percibirlo como un todo, formando parte de un verdadero sistema defensivo mundial e intercontinental y en el que necesariamente se tiene que trabajar para su comprensión funcional sobre y con personajes antagónicos, entre ellos, la piratería inicial en ocasiones independiente y en otras a cargo de imperios emergentes como Inglaterra, Francia, Holanda y ya en el siglo XIX y XX los Estados Unidos de Norte América con sus armadas imperiales enemigas de España y luego de México.
Poderosos enemigos históricos que fueron enfrentados y contenidos con el establecimiento de protección intercontinental de un sistema de fortificaciones en cuatro continentes: Europa, África, Asia y América, manifiesto en las fortificaciones europeas y Canarias, las asiáticas establecidas en el área Filipina, las africanas en su costa atlántica y el Magreb mediterráneo, así como las americanas instaladas en el Pacífico, la del Real Felipe en El callao peruano, la Llave de la mar del Sur con un conjunto de Castillos y fortalezas en Chile entre las principales y en la Nueva España el Fuerte de San Diego en Acapulco y la Fortaleza de la Contaduría en Nayarit, así como en las costas atlánticas, el importante ingreso de la Flota de Indias en la fortaleza de San Juan de Ulúa, Campeche, así como en tierra firme.
Aquí se montó el sistema denominado Escudo Antillano del Golfo de México y el mar Caribe. Era a esta área donde arribaban, durante la colonia, las expediciones conocidas como Carrera de Indias en busca del metálico mexicano y peruano, y traían las lujosas riquezas provenientes del Asia a través de las Filipinas en la conocida como Nao de China que, desde San Diego en Acapulco, trasladaba sus mercancías hasta San Juan de Ulúa, se concentraban los productos en La Habana y desde allí eran despachados hacia Europa.
Debemos agregar en este espacio del atlántico Iberoamericano las también poderosas fortificaciones erigidas en Uruguay y Brasil.
Justamente estas fortalezas son símbolos que reclaman atención, cuidado, restauraciones, rescates, rehabilitaciones, nuevas propuestas y usos que potencien las posibilidades de que sus paredes, sus murallas, sus cortinas, nos hablen y nos enseñen; y es así como las fortificaciones coloniales no pueden ser comprendidas en sí mismas como unidades, sino que requieren ser vistas como un sistema, como un verdadero conjunto planetario defensivo que enlazaban en su lógica funcional el Golfo de México con el mar Caribe hacia el Atlántico y el Mediterráneo, el Pacífico con el Índico, el Asia y Oceanía con América, con África, con Europa, nos impone, como lo hizo siglos antes, una actividad ya no defensivo militar o comercial, sino de usos culturales, educativos, recreativos, aportándonos temas de investigación, de reflexión, incluso de usos culturales y turísticos que además permitan enlazar e integrar los monumentos históricos con sus propios entornos sociales cercanos y entre ellas mismas.
Esta lógica constituye el sustento de la propuesta que impulsamos llamando a la construcción de una Red de Fortalezas que, posibilitando la comunicación y el flujo de información entre ellas, potencien el policromático espectro de actividades de todo orden que se realizan además de las que se pueden programar, sumadas igualmente a las posibilidades de trabajos conjuntos e integrados entre las fortificaciones, instituciones de diversa índole, entre universidades, investigadores u otros sujetos de trabajo que se incorporen al proyecto de Red.
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